En 1906 la revista Cuba y América edita un Número Extraordinario para
celebrar el aniversario quinto de la Constitución. Este dibujo exhibe un catálogo iconográfico extenso de la alegoría
nacional.
En la lejanía, el sol naciente[2] y una palmar real[3] al frente –signos tomados
del escudo. Todas estas divisas insisten en el concepto de una patria
emancipada y victoriosa, que se ha liberado del yugo colonial y que ha arribado
a una etapa de libertad e independencia política.
Una fortificación habanera
funciona como contexto espacial mientras que el escudo de la capital se ubica
en la parte superior; ambos elementos anclan el escenario geográfico de la
alegoría.
Por último, un joven, en el plano izquierdo inferior, extiende sus brazos en alabanza hacia la estoica efigie, metáfora del pueblo que aclama el triunfo republicano.
Por último, un joven, en el plano izquierdo inferior, extiende sus brazos en alabanza hacia la estoica efigie, metáfora del pueblo que aclama el triunfo republicano.
[1] La Constitución en estos primeros años republicanos se
emplea como símbolo recurrente del Estado. El sustento jurídico que comportó el
documento constitucional de 1901 supuso, en aquellos tiempos primigenios, la
consumación rotunda de los ideales independentistas del siglo XIX.
[2] El sol naciente,
ubicado en el cuartel superior del escudo, al fondo del paisaje con la llave
del golfo, significa la joven república naciente.
Pereda Rodríguez, Justo
Luis et al: Cuba y
sus símbolos. Ediciones Abril, La Habana, 1992 p. 12.
[3] La palma real, en
el espacio inferior de la izquierda del escudo, representa la libertad e independencia
de la joven república; es símbolo de la lozanía y feracidad de su privilegiado
suelo, al mismo tiempo que es el más útil de sus árboles.
Ibídem.